sábado, 30 de junio de 2012

26 - La decisión del suicida

—Nunca entenderé a quienes se quitan la vida, señoría —comentó el inspector mientras sus hombres retiraban el cadáver del anciano.

Abrí la nota de suicidio. La letra era tan pequeña y de trazo tan suave, que se diría tímida.

Señor juez:
Mis padres decidieron mi fecha y lugar de nacimiento, mi religión, mis valores, qué podía leer, qué amistades me convenían. Mis profesores decidieron qué estudios debía cursar. Mi mujer decidió sobre mi ropa y mi alimentación, el colegio de nuestros hijos, nuestro lugar de veraneo. Mi jefe decidió cómo debía hacer mi trabajo. Y ahora, viudo y jubilado, mis hijos quieren decidir cómo tengo que repartir la herencia, en qué residencia voy a estar, si puedo enamorarme.

Esta es la única decisión que puedo tomar por mí mismo.

Miré al inspector por encima de mis gafas.

—A este sí que le entiendo —le dije—. Vaya que sí.

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